A veces, solo necesitamos que ocurra una cosa más en nuestras vidas para ser felices. La mayoría de las veces, es una persona la que embellecería nuestra vida cotidiana, pero no tiene por qué ser solo eso.
El mejor ejemplo es la historia de un operador de excavadora muy trabajador al que no le faltaba nada excepto un buen amigo con quien pasar el tiempo. Un día, mientras manejaba su máquina, no podía imaginar que su deseo se cumpliría tan rápidamente.
En un momento, notó que algo crujía bajo sus pies y cuando miró más de cerca, no pudo ocultar su emoción.
A partir de ese momento, su vida nunca volverá a ser la misma.
Detrás de la silla donde estaba sentado, brillaban los pequeños y tristes ojos de un diminuto cachorro. Este hombre no sabía de dónde había aparecido, pero inmediatamente lo tomó en sus brazos para llevarlo a casa.
De camino a casa, le compró algo de comida y el cachorro se la comió rápidamente, ya que tenía mucha hambre. Aunque todavía estaba bastante asustado, este hombre logró ganarse al menos un poco de su confianza con este gesto.
También lo llevó a pasear, pensando que eso lo ayudaría a relajarse, pero fue demasiado abrumador para él. Pronto tuvieron que regresar a casa, y cuando lo hicieron, el cachorro rápidamente se quedó dormido en el lugar improvisado que este hombre hizo especialmente para él.
A la mañana siguiente, cuando ambos durmieron bien, llegó el momento de ir a trabajar. Como no quería dejar al cachorro solo en casa, este hombre se lo llevó consigo.
El cachorro todavía temblaba de miedo de vez en cuando, especialmente cuando perdía de vista a su nuevo humano favorito. Sin embargo, el hombre pudo ver claramente que el cachorro se estaba relajando al menos un poco y se sentía más cómodo.
Después del trabajo, lo llevó al veterinario, donde lo vacunaron y los médicos lo examinaron detalladamente. Afortunadamente, no sufrió problemas de salud graves, por lo que ni siquiera tuvo que quedarse en el hospital.
Este hombre estaba encantado de poder irse a casa de inmediato, pero el cachorro todavía tenía una expresión triste en su rostro. Eso cambió un poco cuando su salvador finalmente decidió adoptarlo.
A partir de ese momento, la sonrisa empezó a regresar a su rostro.
Su nuevo dueño rápidamente decidió darle un nuevo nombre, y a partir de ese momento, este cachorro pasó a llamarse Bruce. Bruce estaba cada día más feliz y la vida de su dueño finalmente se convirtió en una bendición también.
Todos los días iban a trabajar juntos y Bruce estaba en una jaula pequeña porque su nuevo padre todavía tenía miedo de perderlo. También lo bañaba a diario y aprendía a desparasitarlo. Bruce comía la misma comida que su padre y ese era el mejor indicador de cuánto lo amaba.
Tres meses después de conocerse, Bruce se había convertido en un perro grande. Aunque naturalmente tenía un temperamento melancólico, ya no se quitaba la sonrisa de la cara y estaba lleno de energía positiva.
Incluso se volvió travieso y su curiosidad no tenía límites. Bruce exploró incansablemente todo lo que lo rodeaba y finalmente comenzó a conocer otros perros. Aunque se asustó cuando su padre lo llevó a conocer a un perro más grande por primera vez, eso solo aumentó su confianza.
Mientras Bruce aprendía sobre su entorno, su padre también aprendía todo sobre él. Ahora sabía cómo bañarlo y desparasitarlo adecuadamente, y también aprendió que lo que más le gusta es jugar en la arena.
Cada vez que Bruce estaba enfermo, su padre lo llevaba a la arena para animarlo. Las vidas de estos dos realmente se convirtieron en una bendición del cielo y ambos estaban más felices que nunca.
Hace apenas unos meses, dos seres se sentían solos y anhelaban el amor. Cuando realmente quieres algo, al final sucede. Bruce y su padre se conocieron de una manera inesperada y sus vidas nunca volvieron a ser las mismas desde ese momento.
Aunque se podría decir que el perro sólo buscaba comida y refugio, esta historia demuestra exactamente lo contrario. Al comienzo de su vida, que no fue nada fácil, Bruce era un cachorro triste y melancólico.
Con el tiempo, se convirtió en el perro más feliz del mundo, todo porque finalmente pudo confiar en la persona que realmente amaba. Al mismo tiempo, esta misma persona encontró el sentido de la vida que le faltaba y así fue como todo salió bien para ellos.
Con eso, sólo hacía falta un momento especial, que probablemente ninguno de los dos hubiera esperado. Pero aun así sucedió y demostró nuevamente que el verdadero amor y la felicidad a veces llegan cuando menos los esperamos.
Sólo tenemos que creer lo suficiente.