El pobre perro se encontraba en un lote vacío, con un ojo roto y jadeando sin poder levantarse. Mis manos temblaban al llevarlo al veterinario, nunca había visto a un perro en tan mal estado. Su columna vertebral estaba fracturada por la mitad y su fiebre alcanzaba los 40 grados Celsius. La cirugía fue pospuesta y las lágrimas no dejaban de caer al verlo así.
Sin embargo, al día siguiente mostró signos de mejora y recuperó el apetito. La cirugía ocular se realizó con éxito y en los primeros días lo alimentaba con una cuchara. Pasó por días difíciles y aburridos, pero su salud mejoraba poco a poco.
Después de una cirugía de columna, lo llevamos a casa para que descansara. Al principio, todo era nuevo y desconocido para él. Los perros curiosos de la vecindad se sorprendieron al verlo, pero lo recibieron con cariño. A pesar de que los médicos decían que no tenía posibilidades de caminar, decidimos darle todo nuestro amor y apoyo.
Lo llamamos Tyoma y su vida tomó un nuevo rumbo. A pesar de su pasado, no era un perro callejero, ya que llevaba un collar cuando lo encontramos. Nuestro amor lo reconfortó y recibió una silla de ruedas que le permitió volver a correr y jugar como solía hacerlo.
Cada día, Tyoma nos sorprendía con su determinación y fuerza de voluntad. Aunque los médicos no entendían cómo lo lograba, él seguía adelante con determinación. Después de un año de trabajo duro y práctica, Tyoma logró un pequeño milagro al levantarse por unos segundos.
Su historia de resiliencia y esperanza nos enseña que nada es imposible cuando se tiene la voluntad de seguir adelante. Tyoma disfruta ahora de una nueva vida junto a sus amigos y agradecemos a todos por seguir este increíble viaje con nosotros.
¡Hasta la próxima!