Con lágrimas en los ojos, el cachorro rebuscaba en la basura buscando cualquier cosa comestible. Fue entonces cuando, siguiendo las instrucciones de un trabajador, nos topamos con él: un pobre cachorro abandonado entre escombros al lado de una obra en construcción. Su cuerpo delgado y desnutrido, con parches duros y escamosos por toda la piel, contaba la historia de su sufrimiento.
Nos acercamos con compasión y le ofrecimos comida, pero el cachorro, cauteloso con los extraños, se levantó y se fue. Tardamos tres horas en convencerlo. Una vez en casa, le proporcionamos otro plato de comida, sabiendo que aún era tímido. Dejamos al cachorro solo, y después de sentirse cómodo, devoró la comida.
Con el estómago lleno, iniciamos el proceso de reubicación del cachorro, llevándolo a un nuevo hogar donde prepararíamos todo lo necesario. Al día siguiente, comenzamos a tratar al cachorro: baño, limpieza y cuidados especiales para sus heridas. A medida que pasaban los días, el cachorro se volvía más sociable y su salud mejoraba gradualmente.
Dos semanas después, las áreas escamosas de su piel desaparecieron, el cachorro estaba más sano y feliz. Participaba activamente en actividades y hacía nuevos amigos. Después de un mes, un nuevo pelaje cubría su cuerpo, su peso aumentaba notablemente, y las pruebas médicas confirmaron su completa recuperación.
Hoy, llevamos al cachorro al hospital para un chequeo final. Todos los resultados indicaron que estaba completamente sano y listo para comenzar una nueva vida. La cara del cachorro ahora luce una brillante sonrisa, mostrando la confianza que ha ganado.
Agradecemos a Dios por estar siempre a nuestro lado y proteger al cachorro. Esta es la inspiradora historia de un pobre cachorro que, contra todas las adversidades, encontró la felicidad y una segunda oportunidad en la vida. Que todo lo bueno le siga llegando al cachorro.